miércoles, 23 de mayo de 2007

Cuestión de Signo




Ser sagitariano según los entendidos no es sólo cuestión de signo, un sagitariano nacido entre los días 8 y 10 de diciembre es distinto al resto...




Mi naturaleza impetuosa no duda al intentar lo nunca antes intentado para el Centauro, el desafío es parte de mi esencia vital, mitad hombre mitad corcel, galopo incansablemente hasta mis objetivos, no acepto al cansancio como compañero ni al pesimismo como consejero, para mi los caminos están abiertos, desprecio el temor y huyo del desaliento.




Transito por las cavernas repletas de Turquesas lanzando al viento cascadas de fuego formidables, iluminando ríos de Rubí estrella e ígneos Ópalos del color del cielo.




Como centauro apunto mi arco una y otra vez hacia el objetivo deseado, mi puntería afinada por la inteligencia, rara vez errará el centro del blanco. El Pueblo me aclama, el mundo es mi palco, "Sagitario ojos de Turquesa no se rinde a otro mando que no sea el de su propia ambición. Una a uno se suceden los días en que el valeroso hijo de Júpiter cultiva sus sueños de Gloria".




El Talento fluye en todo lo que emprendo, maleable como el Estaño y radiante como el Oro Blanco. A lo lejos se escucha mi alegre carcajada, no permanezco atado a nada mas que a lo que he elegido, no hay en mi un ápice de sangre de esclavo, he nacido para reinar, hijo del Dios de Dioses, infinitamente caritativo y audaz, amante, padre y esposo leal, como enemigo peligroso e incluso letal, si embargo como amigo jamás fallará.



No conozco intermedios voy a todo o nada, arremeto o contengo, aprecio y premio la lealtad pero no escucho ni atiendo a aquellos que piden perdón, el error o la traición no son perdonables, por eso hay que jugar limpio conmigo.




General de grandes ejércitos, compañero incomparable, galope del Centauro, dulce amigo, padre, hijo, sobrino y hermano…amante de mis amores e implacable cuando me inundan los rencores. Mi alma poderosa crece y se desarrolla al impulso ambicioso de mis propios desafíos, soy un arquero mitad bestia, mitad hombre, galopo hacia mis triunfos, dejando huellas imborrables, seguido por la luz del rayo y el sonido del trueno, al atardecer frío y luminoso de inicios del invierno. El eco de mis cascos, resuena inolvidable en la memoria del mundo.


El Padre del Olimpo toma el rayo en sus manos y le da forma a su antojo, el eco de mis cascos equinos derrotando al camino, abriendo puertas vedadas para otros no deja a nadie indiferente.




"Tarde o temprano el Príncipe del Olimpo toma a su cargo la responsabilidad de proteger a los desamparados, pero no lo hace compasivamente, si no al contrario, arenga a las multitudes, sube los ánimos e impulsa a todos a la lucha sin cuartel para alcanzar lo soñado".

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